lunes, 26 de marzo de 2012

'Tacho' García Pomar rompe la frontera del tiempo


Francisco C. Aleu

Ignacio García Pomar había avanzado que su Pregón iba a estar marcado en buena medida por las diferentes edades del hombre. Sin embargo, más que eso, su exaltación vino a demostrar que los sentimientos de las diferentes generaciones de cofrades son muy similares con independencia del momento histórico en el que hayan desarrollado su vida. Por eso, el Pregón de Tacho García rompió las fronteras del tiempo y emocionó por igual a jóvenes y mayores. El suyo fue un Pregón eminentemente cofradiero, punzando el corazón del auditorio sin necesidad de recurrir a mayor recurso literario que el de exponer con claridad y sencillez los sentimientos que rodean a la vida de cualquier cofrade.

El pregonero estuvo ante el atril de Villamarta por espacio de una hora y cincuenta minutos. Fue presentado por Fernando García Gutiérrez, que además de su tío es delegado de Patrimonio de la Archidiócesis de Sevilla. La Banda Municipal de Música interpretó las marchas El Cristo de la Lanzada, de Márquez Galindo; Soledad de la Victoria, de Villatoro; y El Corpus, de Braulio Uralde.

El pregonero recordó que fue una tarde de Domingo de Ramos cuando decidió que, de mayor, quería ser costalero, viendo mandar a Paco Martínez Sacrificio, un hombre “pequeño de estatura, pero enorme de autoridad” que obraba año tras año el milagro de pasar por Bizcocheros al paso de palio de la Virgen de la Paz en su Mayor Aflicción. Ese deseo se hizo realidad años después en su Hermandad de la Sagrada Cena, abriendo un paréntesis en una trayectoria que inició como nazareno cuando apenas contaba cuatro años.

Con su “gente” de la cuadrilla del misterio del Señor de San Marcos ha vivido todo tipo de experiencias, desde aquellos primeros años en los que apenas había costaleros al apogeo actual. “Cada año llenos de colores las calles de la ciudad, acercando al Señor a quien lo necesita. Quizá alegremos la vida de alguien que no tenga motivos para la alegría”, dijo. Eso sí, García Pomar dejó claro que el día en que abandone las trabajaderas volverá a vestir la túnica nazarena en el cortejo de Santa María de la Paz, porque como le dijo su madre cuando tenía cuatro años, “nosotros somos de la Virgen, para mayor gloria de Dios”.

No menos emocionante la evocación a su abuelo, que inculcó el amor a las cofradías a toda la familia. Tanto que, año tras año, y “con la túnica de la Soledad ya planchada en casa”, se escapaba a las cinco de la tarde del Viernes Santo para ver salir al Cristo de la Expiración, una tradición que mantiene el pregonero. “El Cristo no es sólo Jerez, el Cristo es nuestra vida. Es la historia llevada a la casa de los jerezanos, el grito de un pueblo que se agarra a su cruz buscando un motivo para la alegría”, afirmó García Pomar.

El pregonero evocó a muchos cofrades que ya no están, resultando especialmente emotivas sus evocaciones a esos cuatro nazarenos que la Hermandad de la Oración en el Huerto ha perdido en estos últimos años (José Antonio González de la Peña, Manolito Mesa, José Núñez y Antonio Asenjo) o a Lete Reimóndez, que a su juicio “sembró la semilla del compromiso social” en toda una generación de cofrades .

Defendió el pregonero el papel que asumen varias hermandades en la conservación de templos que en caso contrario posiblemente habrían sido víctima de la voracidad urbanística, haciendo además un alegato por la pronta recuperación de la iglesia de Santiago.

En esa línea reivindicativa, Ignacio García lamentó que en lo que llamó “el mayor genocidio de la historia” se elimine a todos aquellos “que puedan representar una carga” para las familias, en clara alusión al aborto. También defendió el papel histórico de Onda Jerez Televisión, que con sus primeras emisiones favoreció “el inicio del cambio estético” de la Semana Santa.

En su intervención, el pregonero rompió una lanza en favor de los sacerdotes “que lo dan siempre todo a cambio de nada”, poniendo como ejemplos a los recordados Luis Bellido, Carlos González García-Mier y Jesús Fernández de la Puebla. De igual modo se felicitó por el hecho de que “un Papa alemán” confiriera a las cofradías “rango de dignidad ante todo el orbe católico” al bendecir el Vía Crucis que protagonizaron distintas imágenes en la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ).

El pregonero salpicó su intervención de numerosas anécdotas y vivencias personales. Sin duda alguna, la más celebrada por el auditorio fue aquella en la que recordó cómo, siendo alumno del colegio de los Marianistas, pegó un balonazo al respiradero frontal del paso de misterio de la Hermandad de la Vera Cruz, que en el patio compartía espacio físico con los pequeños que disfrutaban de los recreos. Inmediatamente después, y armado con un tubo de pegamento, trató como pudo de acometer “la restauración más rápida y hábil de la Semana Santa de Jerez”.

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