Nunca pensé que pudiera escribir un artículo instando la
Coronación Canónica de una de nuestras devociones marianas. Y el motivo no es
otro que mi firme creencia de que la Madre de Dios, la Santísima Virgen María,
Nuestra Madre Celestial, ya fue coronada por el Padre Eterno. A dónde vamos
nosotros, las criaturas humanas, a coronar -alguna vez de forma caprichosa- a
esta o aquella advocación de la Santísima Virgen, de tal o cual población, por
la devoción que mueve a una muy amplia o multitudinaria masa de fieles. Acaso,
¿no podríamos rozar la idolatría? Resulta evidente que todas y cada una de las
miles de advocaciones de la Santísima Virgen María que reciben culto sobre la
faz de la Tierra, representan a la única y verdadera Madre de Dios: María, la
virgen niña de Nazaret que abrazó, sin la más mínima duda, la voluntad de Dios.
Pues bien, sin dejar de ser consecuente con lo anteriormente
expuesto, hoy Lunes Santo, día en que Santa María de la Paz y Concordia en sus
misterios dolorosos, nos acompañará por Jerez en nuestra estación de penitencia
a la Santa Iglesia Catedral, vengo a abrir la puerta de la solicitud de su
Coronación Canónica a quien corresponda. Que como es obvio, es competencia del
Ordinario del lugar.
El pasado ocho de febrero, nuestra Hermandad Sacramental de
la Sagrada Cena y Santa María de la Paz y Concordia sufría el robo de algunas
preseas de Nuestros Sagrados Titulares, entre ellas la corona procesional de la
Santísima Virgen. Las cosas materiales no tienen valor o, mejor dicho, sólo
tienen valor económico. Esta vida, la que conocemos, es efímera. Será cuestión
de tiempo el día en que tengamos que comparecer ante el Juez Supremo, ese que
no está designado por tal o cual humana disposición normativa y que sólo nos
juzgará en el Amor. Entonces, todo lo material será inútil. De nada habrá
servido atesorar bienes materiales. Por ello, quienes sustrajeron las potencias
del Rey de Reyes, que en su Sagrada Cena se ofrece, cual Cordero Pascual, a
todos sus hijos, así como la corona de la Madre que rebosa Paz y Concordia,
fueron incapaces de sustraernos ni un átomo del amor por Jesús y por María. No
tenemos rencor hacia ellos.
Y ante ello, quién sintiéndose católico no se habrá sentido
herido en lo más hondo de su alma por el amargo agravio sufrido por Cristo y
por María.
Por ello, comprenderán que solicite la Coronación Canónica
de Santa María de la Paz y Concordia. No que se labre una corona de oro por las
dos caras de no sé cuántos quilates. No que cuando se le imponga una nueva
corona o, se recupere la suya, sea un simple reemplazo material de lo sustraído
que vuelva a completar el ajuar de la Virgen. No. La Coronación Canónica debe
ser la amorosa ofrenda por sus hijos en la Tierra de la Coronación de Nuestra
Madre en el cielo por Dios. Todos los que nos llamamos católicos deberíamos
refrendar sin remilgos la Coronación Canónica de la "Señora de San
Marcos".
¿Alguien podrá oponerse a desagraviar de manera tan limpia y
plena a Nuestra Madre Celestial?
¡Que la Paz y Concordia de María se derrame en abundancia
por el Mundo!
Domingo Díaz Barberá